El regocijo, vehemencia, emoción y exaltación que sentí al conocer mi estado me embargaron de manera tal que me parecía increíble que el amor se materializara en la creación de un nuevo ser humano y tales sentimientos quedaron mitigados al ver, sentir, oler y tocar por vez primera a mi beba, sólo una mujer sabe y puede entender el valor, dolor, esfuerzo físico-mental al que somos sometidas al momento de parir y es aquí cuando recobra peso la tan famosa frase "Madre sólo hay una"
Haciendo el recuento de mis 9 meses me vienen a la mente recuerdos y sensaciones incomparables acompañados con un toque de nostalgía porque fueron los meses más fantásticos de mi vida, en los que pude disfrutar de mi abultado vientre mes a mes.
Los síntomas que me acompañaron fueron: amenorrea, agudización del sentido del olfato y dolor en los pechos, por lo que puedo sentirme una mujer más que afortunada porque además de sentir euforia por el embarazo en si mismo, tuve la dicha de disfrutar de mi embarazo a plenitud, me conmocioné con cada cita con la matrona, con las ecografías de mi bebé, con las clases de gimnasia y lo más importante para toda mujer en semejante estado, de los consentimientos y apoyo emocional que me brindaron todos mis seres queridos y amigos y muy en especial mi marido y mi madre.
Los kilos!
Aspecto este que preocupa a todas las embarazadas pero que los llevamos con entusiasmo y alegría y mientras más barriga más contentas, queremos que se nos note la prominente panza a kilómetros. Recuerdo que en el primer trimestre quería llevar una super barriga pero pasó todo lo contrario, bajé de peso con lo cual la panza ni se asomaba. Al segundo trimestre ya los kilos iban en aumento pero no era tan notorio a diferencia de mis miedos, temores y dudas por todo aquello que se avecinaba, el parto! Y finalmente el tercer trimestre los kilos llegaron muy rápido y mi panza crecía y crecía al igual que mi ansiedad por conocer a mi beba.
Comer sano, mantenerse hidratada, ejercicios físicos y mentales deben ser los pilares de un buen embarazo, el dolor en la espalda en los últimos meses se agudiza y sólo el ejercicio puede aliviarlos.
El parto!
Con 39 semanas y 2 días, el 5 de febrero 2009 las 17.50h zaz! llegó el momento sin previo aviso, saliendo de la peluquería en compañía de mi hna. Gabi y mi madre decidimos entrar a la librería Fnac en la que cada una ocupó los espacios de interés para cada cual, Gabi entretenida en la sección de arte y diseño, mamá en la sección de actualidad y yo en cual más sino en la sección infantil. Transcurrido apenas unos pocos minutos sentí una pequeñísima puntada en el vientre y al ser indolora no le di mayor importancia y de pronto siento que no puedo controlar mis esfínteres y pensaba "qué es esto, me estoy haciendo pipí" y casi inmóvil por el temor a que todos los presentes se percataran de lo que me estaba ocurriendo decidí llamar a mi mamá y a Gaby casi sin aliento y mi madre sin esperar a que le informase de lo que me estaba ocurriendo, con tan sólo verme me dice: Rompiste fuente! y Gaby mirándome de manera muy normal me dice "dime" y yo abriendo los ojos hasta la máxima amplitud porque la garganta se me trancó, la voz no me salía y las palabras no podían ser articuladas, menudo susto! para las tres.
Obviamente el paso siguiente fue hacer la típica llamada a mi marido, el cual me dejó perpleja con su actitud de incredulidad de que el momento había llegado, finalmente me creyó y nos encontramos en el hospital.
Al llegar y ser examinada me dicen que he perdido mucho líquido amniótico y que debo quedarme ingresada y además si no me ponía de parto yo sola, ellos me inducirían el parto. Para estos momentos a pesar del curso de preparación al parto que realicé meses antes, a pesar del apoyo emocional y de estar en manos del personal competente, mis miedos estaban allí sin abandonarme ningún instante.
Después de 21 horas de arduo trabajo y de tanto dolor y sufrir llegó a mis brazos, mi maravillosa beba Aroa Camila